Ricardo Alarcón: El delegado es la máxima autoridad política de su demarcación
El presidente del Parlamento cubano asistió a la sesión solemne que dejó constituida la Asamblea Municipal del Poder Popular del municipio capitalino de Plaza de la Revolución
Agnerys Rodríguez Gavilán - juventudrebelde.cu
El reto fundamental de los delegados y delegadas es el de organizar al pueblo, su comunidad, a los electores, para que les acompañen de manera activa en el ejercicio de su mandato de dos años y medio, y cuyos puntos de partida y llegada es ser un poquitico mejores cada día, en lo humano, lo colectivo y lo social.
La reflexión la hizo, este 19 de mayo, el diputado Ricardo Alarcón de Quesada, miembro del Buró Político y presidente del Parlamento cubano, quien asistió a la sesión solemne que dejó constituida la Asamblea Municipal del Poder Popular del municipio capitalino de Plaza de la Revolución, la cual tuvo lugar en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.
El delegado no puede triunfar, ni ser exitoso en su gestión, si trabaja solo, dijo. La única forma de cumplir su misión es pensando, decidiendo y actuando, realmente, como un organizador, un promotor de la acción y la iniciativa colectivas desde el barrio.
Esa premisa, subrayó, es esencial para ejercer el control y la fiscalización del desempeño, en lo fundamental, de las administraciones enclavadas en su demarcación, lo cual significa organizarse todos para luchar de verdad contra el despilfarro, lo mal hecho, la corrupción, así como también contra la indisciplina social.
«Trabajar en colectivo además, le permitirá desarrollar las iniciativas que surjan de nuestra gente, allí, en la comunidad; y esa inteligencia y maneras de hacer propiciarán que todos se sientan responsables de los problemas y de las soluciones, de los cambios y las transformaciones que nos asegurarán ser un poquitico mejores cada día», puntualizó.
Las administraciones, en primer lugar, deben recordar que el delegado es la máxima autoridad política y moral en su área, afirmó Alarcón de manera categórica, al ser interpelado sobre la relación con las empresas e instituciones bajo su jurisdicción.
El delegado a la Asamblea Municipal del Poder Popular, recordó, es el único que fue primero propuesto, postulado y después elegido por el pueblo. Puede ser una persona humilde, un simple trabajador, un jubilado, o ama de casa, pero es, ante todo, la máxima autoridad política y hay que respetarlo.
Y eso es válido también, explicó, para poder cumplir su función, para lo cual debe contar con la colaboración, el respaldo, la ayuda de las organizaciones sociales, la comunidad, la población y sus electores, tanto de los que votaron por él como de los que votaron por el otro candidato.
A juicio del Presidente del Parlamento cubano, la clave del éxito de la gestión de los delegados y delegadas que desde ya están en plenitud de sus funciones reside en la capacidad de unir, organizar y movilizar a todos los actores sociales existentes en su circunscripción, consejo popular y municipio.
Y no hablo de éxito, indicó, en el sentido de que vayan a hacer maravillas, sino para el cumplimiento cabal de su misión, en la etapa actual es muy importante, porque se requiere dar un impulso mayor a la institucionalización del país, al rescate de nuestros valores y a la batalla económica, que es lo fundamental en este momento, y que solo se ganará con el pueblo, entre todos y con todos.
Interrogado sobre las manipulaciones, tergiversaciones y mentiras sobre la democracia y el sistema electoral cubanos, que forman parte de la agenda de la actual campaña mediática contra nuestro país, Alarcón señaló que los cubanos hemos votado más veces desde que se creó el Poder Popular en el año 1976, que cualquiera de los ciudadanos de Estados Unidos o de Europa.
«Votamos en las elecciones y votamos antes para decidir quiénes eran los candidatos de entre los cuales después elegiríamos a nuestros delegados. Eso no existe en ninguna parte del mundo.
«Nuestro sistema, lo digo sin ruborizarme, es muchísimo más democrático que cualquier otro, lo cual no quiere decir que sea perfecto. Pero la democracia es la búsqueda constante y sistemática de la sociedad ideal que cuesta mucho construirla. Que no es fácil. Lo sabemos. Y además, los cubanos y las cubanas sabemos que tenemos que hacerla en las condiciones de hostilidad, de guerra económica, de terrorismo y de la famosa campaña mediática», apuntó.
Nuestra obra requiere perfección, mucha lucha, mucho esfuerzo para seguir perfeccionándolo, enfatizó. Los delegados y delegadas que este miércoles tomaron posesión de sus cargos desempeñan un rol importante en esa batalla. Estoy seguro de que entre todos podremos seguir construyendo esa sociedad ideal.
Por último, Alarcón expresó: «Sirva de ejemplo la vida y la obra que nos legó Martí, el mejor Delegado que ha tenido Cuba y el mejor ejemplo para nuestros delegados y delegadas de hoy. Sacrificó todo. Fue capaz de vencer el dolor físico, el exilio y no pocas veces la incomprensión humana, pero sobre todo, fue capaz de dedicarle a su Patria hasta la vida misma».
Se reúne Raúl con autoridades de la Iglesia Católica
En el encuentro se analizaron diversos temas de interés común, en particular el favorable desarrollo de las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado cubano
-Juventud Rebelde
En la tarde de ayer 19 de mayo, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, se reunió con el Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana y Monseñor Dionisio García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba y Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.
En el encuentro se analizaron diversos temas de interés común, en particular el favorable desarrollo de las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado cubano, así como la actual situación nacional e internacional.
Participó además la compañera Caridad Diego Bello, Jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido.
En Cuba: Un congreso campesino diferente
Por Jorge Gómez Barata-progresosemanal
Con interés seguí los trabajos del Congreso de la Asociación de Agricultores Pequeños (ANAP), también llamado “Congreso Campesino”. El esfuerzo valió la pena porque escuché ideas novedosas y audaces, se ratificaron cosas que sabía y se perfilaron otras que intuía.
Un directivo campesino enfatizó: “…Los campesinos no fueron al Congreso a pedir tierras ni escuelas, no reclamaron médicos ni maestros, no demandaron carreteras ni caminos porque de todo eso tienen. Por su parte, una delegada reflexionó acerca de que: “Una CSC (Cooperativa de Créditos y Servicios) puede tener 15 fincas y cada finca es una empresa.” ¡Al fin alguien lo dijo! El Congreso campesino fue también una reunión de empresarios agrícolas.
Campesino es una categoría sociológica, parte de la estructura social y de clases existente en el campo cubano que, hasta la Revolución, estuvo formada, entre otros estratos por: hacendados, latifundistas, terratenientes, ganaderos, colonos, dueños de centrales azucareros (absentistas) y sus empleados de alto nivel que operaban y administraban las fábricas, trabajadores agrícolas, y en el último peldaño: los campesinos.
Los campesinos que en el pasado conocieron Fidel y Raúl Castro, padres y abuelos de los reunidos en el recién finalizado Congreso, y en beneficio de los cuales se dictó la Reforma Agraria de 1959, eran la última carta de la baraja, una condición miserable más cercana a la indigencia que a la gestión productiva. De ellos, según la encuesta realizada en 1957 por la Asociación Católica Universitaria (ACU) “…Sólo el 11,22% tomaba leche, el 4% comía carne, el 3,36%, consumía pan; el 2,2%, huevos y menos del 1%, pescados y apenas un 8 por ciento tenía acceso a la atención medica proporcionada por el Estado…”
Por un efecto que ha tardado 50 años en revelarse y que se abre paso debido a los reiterados reveces de la gestión agrícola estatal, al podar por arriba la estructura social en el campo, el campesino cooperativista, ascendió consistentemente, ocupando espacios económicos hasta desplazar al Estado del primer lugar por el volumen de la producción, los rendimientos de la tierra y por su capacidad para encajar las adversidades climáticas.
Con el cuarenta por ciento de la tierra, los propietarios cooperativistas crean el 70 por ciento de los valores. No conozco los datos acerca de con qué porcentaje de la maquinaria, el combustible, los fertilizantes y pesticidas, agua, transportes e ingenieros agrónomos y veterinarios lo hacen, aunque se puede suponer que son considerablemente menores de los que emplea el sector estatal.
Por los efectos combinados de las fallidas políticas agrarias de los ministerios de la Agricultura y del Azúcar, las adversidades climáticas, la crisis derivada de la caída del campo socialista, que resultó devastadora para la agricultura estatal cubana, no así para los campesinos, ha tenido lugar una mutación de la estructura social del campo que se matiza con la introducción de los llamados “usufructuarios”, muchos de ellos citadinos a los cuales se ha previsto entregar varios millones de hectáreas de tierras estatales ociosas, y que reforzaran el perfil empresarial en la campiña cubana.
Según las actuales tendencias, en poco tiempo, el Estado puede ser desplazado no sólo como primer productor en el campo sino como tenedor de tierras mayoritario y es difícil adelantar el impacto de un fenómeno así, de cara al llamado “Proceso de actualización del modelo económico cubano”.
De los trabajos del Congreso formaron parte temas relacionados con la comercialización de la producción de los campesinos, cosa que ellos saben hacer muy bien pero que monopoliza el Estado que es quien por poseer los transportes, el combustible y los centros de beneficio es quien contrata, compra y vende en la red minorista, gestión que, según se afirma realiza deficientemente.
Junto con la gestión comercial, los campesinos privilegiaron asuntos relacionados con las contrataciones, los precios, la disponibilidad de insumos, semillas, fertilizantes, pesticidas, agua, pies de cría y otros asuntos propios de una actividad definidamente empresarial que, por su perfil técnico lo mismo que en La Habana pudo haberse efectuado en cualquier otro lugar.
Por su parte el Ministro de Economía, sin asumir un tono crítico, reveló que estos “campesinos” emplean mano de obra asalariada en una cifra que llega a unos 100 000 trabajadores, a los cuales, según se comenta remuneran mejor que el Estado y por cuyo empleo los empresarios rurales de nuevo tipo, no pagan impuestos ni contraen obligaciones en materia de seguridad social.
Por sus temas y por sus resultados el Congreso de la Asociación de Agricultores Pequeños parece un magnifico ejercicio y una demostración de que el hecho de que la Revolución haya contado con una institución como la ANAP, sólidamente establecida y comprometida con su proyecto, ha permitido a la dirección política, monitorear y conducir eficazmente esos procesos.
El hecho de que estos “campesinos” trabajen directamente la tierra y suden la camisa, no desmiente su condición; eso mismo hace en todo el mundo millones de micro, pequeños y medianos empresarios. No obstante se puede asegurar que esas faenas serán menores en la medida en que se eleven sus lucros y dediquen más tiempo a la administración y el planeamiento y, junto a sus familias, disfruten más de su prosperidad.
Tal vez el Congreso de los campesinos (empresarios agrícolas cubanos) pueda ser asumido como una especie de ensayo general para, por vía del perfeccionamiento de la sociedad y de sus estructuras básicas, avanzar hacia una versión mejorada del socialismo en la cual la gestión mercantil y la iniciativa económica ciudadana, una variante optima de la participación, conviva con las grandes metas de justicia social y el colectivismo que entraña el ideal socialista.
El Nuevo País viene por carta
Por Aurelio Pedroso-progresosemanal
En la misma ciudad capital un grupo de disidentes acaba de fomentar la idea de crear un nuevo grupo esta vez bajo la denominación de origen “La carta de Nuevo País”.
El nacimiento de la peculiar misiva ocurrió recientemente en un apartamento de la Avenida 23 y transcurrió sin la menor alteración salvo en un momento en que por la conocida vía se escuchó un fuerte ulular de sirenas que impresionó a algunos asistentes. No era la policía en plan carga, sino los bomberos en la celebración de la jornada nacional contra incendios que, curiosamente, se detuvieron unos instantes frente al edificio del cónclave con sus melodías persuasivas para abrir camino.
Ya he perdido la cuenta de la cantidad tan abrumadora de partidos, asociaciones, confederaciones, centrales sindicales o grupos gremiales que se han formado al calor oposicionista, pero bien pudieran estar cercanas a las 200.
Algunos de ellos, con sólo dos miembros: el presidente y el vicepresidente. A saber cuál es el agente del G-2 porque eso tiene nuestra disidencia, una facilidad extraordinaria para admitir cualquier cantidad de topos.
Esto por una parte no menos importante, mientras que por la otra, ese delirio tan criollo de querer ser todos jefes. El gran problema de la unidad entre los cubanos data desde la época de José Martí, de cuya muerte en combate se cumplen hoy (19 de mayo) 115 años.
Desde ese entonces, tres cubanos, por ejemplo, les resulta imposible concertar un plan o estrategia de mutuo acuerdo, no sin que aflore el interés de asumir uno la jefatura… para no laborar en demasía.
Esto se ve en ocasiones hasta en cualquier obra en plena calle. Dos trabajando, dando martillo neumático sobre el pavimento, y cinco mandando o dando instrucciones. Así somos y ¿seguiremos siendo así?
No le veo de momento mucho porvenir a La carta y no por ello dejo de reconocer que el país precisa de una remodelación a fondo en todos los órdenes. Correrá igual suerte que el Proyecto Varela aunque les pudiera avalar en el empeño la propia Constitución de la República.
Los firmantes de la Carta, de momento cien personas, tanto residentes en la isla como en EEUU, proponen una “Canasta Básica” consistente en cambios radicales en la seguridad alimentaria, un criterio muy completo sobre la propiedad y la ratificación de pactos suscritos por las autoridades en Naciones Unidas.
Entre ellos resaltan periodistas, escritores, abogados, agricultores, médicos, arquitectos, historiadores, pintores hasta un guardabosques y un marinero retirado.
En fin, que con la notable ineficiencia de nuestro servicio postal, en que una misiva desde La Habana tarda un mes o dos en llegar a Santiago de Cuba, La carta de Nuevo País se quedará encajonada en alguna que otra oficina a pesar de decir cosas a tener muy en cuenta si del futuro de la isla estamos hablando.
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