viernes, 20 de agosto de 2010

2 mundos, 2 éticas: individualismo contra solidaridad

Dos mundos, dos éticas: individualismo contra solidaridad

Enrique Ubieta Gómez

Recuerdo que fue la conductora del programa de CNN + la que me lanzó la pregunta tramposa: pero los seres humanos, ¿no somos los mismos en todas partes? No se refería, claro, a sentimientos universales, como el amor o el odio, sino a la manera de entender conceptos sociales, indiscutiblemente históricos, como el de libertad. Hablábamos sin embargo de proyectos de vida esencialmente opuestos: los que sustentan al capitalismo, y al socialismo (al menos, como ideal). En el debate que sostuvimos en el programa 59 Segundos de la Televisión Española, el representante del PSOE, ante a la evidencia de que por iguales delitos –recepción de dinero de un país extranjero para la subversión interna, sea o no pacífica--, la justicia española prevé sanciones incluso mayores que las cubanas, se refugió en un argumento que cercenaba toda posibilidad de discusión: “pero Cuba no es un estado de derecho”. La frase, no obstante, puede aceptarse con una adición que modifica su significado: Cuba no es un estado de derecho burgués (pero sí es un estado de derecho). La relación entre los valores –siempre históricos--, socialmente aceptados y la jurisprudencia es obvia: las leyes de un país refrendan sus códigos morales, o son letra muerta.
Acudo a estos ejemplos, para explicar la sordera y la ceguera programáticas de las trasnacionales de prensa (y de los políticos del sistema, rosados, verdes o azules) en torno a cualquier alternativa de organización social: el capitalismo no acepta la existencia de otras formas de vida, a no ser como manifestación de barbarie (o como ilegalidad). La no aceptación es parte de su instinto de sobrevivencia. En muchos países donde existe colaboración médica cubana, el Colegio Médico local (organización gremial) la considera ilegal. ¿Por qué? Los cubanos van a las zonas más apartadas y/o peligrosas, no cobran más que un estipendio mínimo, conviven con los pobladores más pobres y comparten sus condiciones de vida. Absolutamente subversivo. Lo que para cualquier observador imparcial y sobre todo, para los pobladores beneficiados, es un derecho y un acto de solidaridad elemental, aparece como ruptura de la “legalidad” capitalista.
El pasado 16 de agosto The Wall Street Journal, en un artículo de María C. Werlau titulado “El programa cubano de médicos por dinero”, acusa a Cuba de explotar a sus profesionales de la salud. La acusación que formula parece inaudita, pero es coherente con una legalidad (y una moral) que prioriza el enriquecimiento del médico –su interés exclusivo como individuo--, por sobre la necesidad del paciente, es decir, a costa del interés colectivo. Prioridad que es inherente a un sistema que estimula, como motor impulsor, el más descarnado individualismo. La autora considera que el internacionalista cubano es obligado “a trabajar jornadas extremadamente largas en zonas peligrosas, incluidas áreas urbanas con altos índices de crimen y en la selva”. Y no recibe a cambio el salario que los médicos locales exigirían. Es, consecuentemente, un “esclavo moderno”. Werlau evalúa el comportamiento de un internacionalista según las reglas convenidas para un médico del sistema: la ruptura de esas reglas es explicada –solo puede explicarse--, en términos de desvío delictivo. El internacionalismo, la solidaridad, son crímenes, porque atentan contra la ética del individualismo. Werlau no puede (ni quiere, desde luego) situarse en la piel de un internacionalista; no concibe otra motivación humana que no sea el dinero, ni cree que el humanismo pueda convertirse en meta de realización personal. Cita el testimonio de médicos que han desertado bajo el influjo de una campaña mediática –y facilidades excepcionales para la emigración y el asentamiento en Estados Unidos--, diseñada para incitar en ellos los valores del individualismo. Aunque maneja una cifra (no me tomo el trabajo de verificarla) de 1 500 desertores, unos párrafos antes afirma que Cuba mantuvo en el exterior durante el pasado año un total de 38 544 profesionales de la salud. Es una cifra irrisoria, si tomamos en cuenta que los valores del individualismo son predominantes en los países donde los cubanos prestan esos servicios.
Ayer, Fidel recibió a la brigada médica que censaba y atendía en Bolivia a personas discapacitadas de escasos recursos, que llegaba a Cuba para unas breves vacaciones. Y explicaba en su mensaje de bienvenida algo que las corporaciones de prensa y los políticos del capitalismo nunca podrían aceptar, porque estarían de hecho aceptando la posibilidad y la necesidad de un mundo mejor, necesariamente anticapitalista: “Las personas que ustedes atienden, portadores de una gama de sufrimientos, los retribuyen a ustedes con la felicidad de hacer el bien, algo que no se compra con todo el oro del mundo. Ello demuestra que el ser humano, por encima de sus instintos, es capaz de convertirse en símbolo de la generosidad y el bien.
Nadie podría explicarse de otra forma el incansable batallar de ustedes, enfrentándose al calor, la lluvia y los peligros; atravesando bosques y pantanos; desafiando el frío y las nieves de empinadas montañas, para ayudar a esos seres que no podrían prescindir de ustedes, como hoy ustedes no pueden prescindir ya de ellos”.
Dentro de dos semanas esos internacionalistas viajarán a Ecuador para continuar el trabajo que realizaron en Venezuela y en Bolivia. Pero The Wall Street Journal y la Werlau seguirán sin ver, sin escuchar, sin entender.

Fuente: http://la-isla-desconocida.blogspot.com/2010/08/dos-mundos-dos-eticas-individualismo-vs.html,

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La dictadura mediática global

Manuel E. Yepe

Nadie debe creer que las evidencias que destapara el joven soldado estadounidense de veintidós años Bradley Manning, al poner a disposición del sitio WikiLeaks una vasta colección de documentos secretos sobre acciones brutales que cotidianamente llevan a cabo las tropas norteamericanas en su guerra contra Afganistán, tendrán grave trascendencia en el curso de la política de guerra de Estados Unidos
El poderoso aparato de silencio y mentiras de que dispone el gobierno supremo para encubrir al de Washington, podrá aplicar a esta situación los recursos con que ha evadido toda demanda de esclarecimiento de las falsedades en la versión oficial de los hechos del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, que sirvieron de pretexto para lanzar la guerra contra el terrorismo que en realidad ha sido contra “oscuros rincones del tercer mundo”.
Esto, por solo citar uno de los muchos actos de prestidigitación mediática en la historia de esa nación norteamericana.
Los montajes estadounidenses para justificar el inicio de sus guerras contra adversarios más débiles son harto conocidos por la historia. Por no ir más atrás que el siglo XX, recuérdense las de Corea (conflicto Norte-Sur); Vietnam (golfo de Tonkín); Irak (las armas de destrucción masiva), Afganistán (Osama bin Laden y los talibanes) y muchas otras, cada una con su pretexto inventado.
Pero, ¿cómo pueden controlar la divulgación en los medios del país que se dice meca de la “libertad de prensa?
No les resulta tan difícil. Es frecuente –en medios alternativos y en otros que no forman parte de los denominados grandes medios corporativos pero a los que difícilmente accede la mayoría de la población - se habla y escribe acerca de las técnicas y recursos de control de la información que rigen en Estados Unidos.
Se conoce que seis grandes conglomerados que integran lo que se llama mainstream media o MSM controlan el 90% de las acciones de las grandes empresas mediáticas que, a su vez, producen el 90% de lo que leen, ven y oyen los estadounidenses. De la MSM se sirve la élite del poder estadounidense para mantener un control sistemático y efectivo de la información, no solo dentro de los Estados Unidos, sino a escala global.
Según datos publicados por la revista canadiense Global Outlook hay seis conglomerados que controlan la información y el entretenimiento en los Estados Unidos y en buena parte del mundo. Ellos son:
-DISNEY, propietario de ABC, Touchdown Pictures, Buena Vista, Hollywood Pictures, Caravan Pictures, Miramax Films, la productora de documentales A & F, los canales televisivos History, Discovery, Disney y otros;
-AOL/TIME WARNER, propietario de CNN, HBO, Warner Brothers, Castle Rock, Time, Sports Illustrated, People, Fortune, Entertainment, Money, Netscape y otros;
-VIACOM, que incluye CBS , Paramount Pictures, Simon & Schuster, Pocket Books, Blockbusters, Showtime, MTV, The Movie Channel & Nickelodeon, BET, Nickelodeon, etc.;
-GENERAL ELECTRIC, poseedor de NBC, CNBC, MSNBC, Bravo y Universal Pictures, trece estaciones de televisión, y muy vinculado a las industrias de armamentos y aeroespacial;
-RUPERT MURDOCH’S NEWS CORPORATION, dueño de Fox TV, DirecTV, TV Guide, New York Post, The Weekly Standard, 20th Century Fox, MySpace y otros;
-BERTELSMANN ag, una de las corporaciones mediáticas mayores del mundo, posee la RTL-TV europea, Random House, Bantam Dell, Doubleday, Alfred A. Knopf, Vintage Books, y otras.
Los cinco primeros están registrados como estadounidenses y el último se tiene por alemán.
Sería erróneo presumir que estos gigantescos consorcios se subordinan al gobierno de los Estados Unidos y por ello acatan los dictados de la Casa Blanca. Lo cierto es que, tanto Washington como estos gigantes de la información, son controlados por la misma élite de poder en el ejercicio de su tiranía mundial.
Estos conglomerados mediáticos no requieren control por parte del gobierno, porque ellos mismos son parte del poder supremo. De hecho, al gobierno solo le toca controlar a un relativamente reducido número de periódicos, revistas, emisoras de televisión y radio, productoras de películas, videos, disqueras, etc., que, unidos a los medios alternativos apenas influyen en un 10 % de la población.
La ineptitud con que la superpotencia ha sido conducida por ese misterioso gobierno supremo que nadie ha elegido pero, cual pandilla satánica, maneja el destino del imperio por encima de sus poderes constitucionales y es la cúpula del sistema capitalista mundial.
Bajo la conducción de esta tenebrosa élite, cuya naturaleza egoísta se muestra cada vez más incompatible con la supervivencia de la especie humana, Estados Unidos está atrapado en una incómoda y peligrosa posición en la que el dueño del mundo parece destinado a perderlo todo por su tozudez, provocando con ello algo muy cercano al apocalipsis de la humanidad.

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