Ida Garberi
“Nos guió un fuerte sentimiento de solidaridad humana, amor a nuestra patria y desprecio por todo lo que no respete la dignidad del hombre”
Los Cinco cubanos (2001)
El pasado 12 de septiembre, la Asociación de Amistad Honduras-Cuba organizó una manifestación pacífica frente a la Embajada de EE.UU. para exigir la liberación de Los cinco cubanos, que por desgracia son presos políticos en los EE.UU. desde hace 12 años.
El 12 de septiembre comenzó la Jornada Internacional, que simbólicamente se extiende hasta el 8 de octubre, fecha de la caída en combate del Comandante Ernesto Che Guevara, como parte de la batalla permanente por la verdad, la justicia y la libertad de los Cinco.
Desde hace 10 años, la solidaridad militante con Cuba llegaba a la cita y con asombro, este año, se encontró con 150 efectivos de tropas especiales (Cobras), algunos camiones del ejército y una tanqueta que dispara líquido tóxico. En pocas palabras, la militarización de toda la zona que rodea la embajada de EE.UU., ¡cómo si esperaran un asalto armado del edificio diplomático!
Era un despliegue de fuerza increíble, los golpistas como siempre quieren hacerse notar adelante a los ojos de sus amos, los yanquis, y se hicieron lo más duros, incluso más que los americanos: de hecho en los EE.UU. muchas actividades planeadas de protesta en favor de Los Cinco cubanos estuvieron aceptadas por la policía.
Las amenazas de represión consiguieron que se reprogramara el plantón en otra fecha para evitar la violencia absurda, son parte de la política xenófoba de este gobierno ilegítimo, continuación del golpe de Estado cívico-militar del 28 de junio de 2009.
¿Por qué se asustan a los gorilas? ¿ Del ejemplo heroico y pacifista de Los Cinco prisioneros políticos cubanos? Como afirma la Asociación de Amistad Honduras-Cuba en su comunicado: “ Cuba se atrevió a la igualdad y la solidaridad cuando en el mundo se pregonaba el egoísmo como destino inevitable y perpetuo, y a pesar de las graves dificultades materiales que significan un bloqueo económico genocida, logró salir adelante para hacer valer los principios martianos de humanismo.
Los innumerables intentos por hacer fracasar el ejemplo cubano incluyen la guerra abierta, el sabotaje, la calumnia y los actos terroristas de todos los tipos. Los años 90 fueron un período de ataques continuos contra todo un pueblo que defendía su sistema social. Los ejecutores: la ultraderecha internacional y particularmente, la mafia cubano-americana, apostaban a arrodillar la dignidad de los hombres y mujeres que construían una sociedad justa en el mismo momento en que reinaba la desesperanza.
Ese anhelado momento de derrota de la Revolución cubana no se dio, y por el contrario el proceso cubano se consolidó y se ha convertido en la prueba principal de que otro mundo es posible cuando se coloca a las personas -y no a las riquezas- como los fines principales de las instituciones sociales.
Es en esa histórica muestra de soberanía, y no en la infracción de alguna ley de Estados Unidos, donde deben buscarse los motivos que llevaron al encarcelamiento de Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández, Ramón Labañino y René González; el domingo 12 de septiembre, hace 12 años, fueron secuestrados sin ninguna prueba contundente, en el momento que defendían a su pueblo de las repetidas acciones terroristas, que incluían bombas, invasión del espacio aéreo cubano y hostigamiento constante”.
Es absolutamente insultante que criminalicen a Cuba, y a quien la ama y la defiende, ¿con cuál moral la embajada de EE.UU. pide protección cuando son los yanquis, aquí en Honduras, los que militarizan todo, los que importan las armas y construyen sus bases militares?
¿Cómo se atreven a culpar a Cuba, si aquí en Honduras siempre ayudaron los cubanos en la salud y en la alfabetización, ofreciendo siempre a sus hermanos hondureños menos afortunados (hambrientos y abandonados a un capitalismo salvaje) un abrazo de solidaridad?
Los médicos cubanos en el área de la Mosquitia luchan todos los días -codo a codo- con la población local para conseguir una vida más tolerable en una zona inhóspita: se entregan en una muy buena atención médica gratuita en una zona considerada “el Amazonas de Honduras”, cerca de la frontera con Nicaragua.
En cambio, los yanquis, en la zona, instalaron una base militar naval para amenazar a Nicaragua, uno de los países miembros del ALBA.
Una vez más, el gigante de EE.UU. muestra su total falta de valores humanitarios, mientras que Cuba aplica el concepto de Ernesto Che Guevara: “...todos los días hay que luchar porque ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización”.
-Ida Garberi, periodista de www.defensoresenlinea.com,
En casa de Obama, cinco hombres contra la pared
-Juan Carlos Camaño
Stella ha caminado el mundo y mucho más esta parte del mundo: Latinoamérica y el Caribe. Sabe de crímenes de lesa humanidad, de escuadrones de la muerte, de democracias amañadas, de dictaduras milimétricamente regadas por nuestras tierras para sofocar demandas sociales y movimientos de liberación.
Esta vez Stella Calloni, periodista, escritora, luchadora, compañera, habla de un libro del cual ha hecho el prólogo. No es la única que habla del libro. En el panel, instalado en la sala de reuniones de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), somos cinco (**), vaya casualidad. Stella habla de un libro que refiere a Cinco hombres a los que una mafia pretende, desde hace doce años, partirle la dignidad en mil pedazos. Imposible.
Stella habla de un libro de reciente aparición –“Los héroes prohibidos: la historia no contada de los Cinco”, en el que Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea del Poder Popular de Cuba, desmenuza, con calidad docente, la actuación de los sectores mafiosos de la Justicia y la Política de Estados Unidos. Un libro sobre “Los Cinco” rehenes de Estados Unidos, que en cárceles de de ese país sufren torturas físicas y sicológicas y padecen las arbitrariedades y perversidades de un juicio a la medida de los intereses de terroristas dedicados sistemáticamente a atacar a Cuba.
Alarcón, demuele punto por punto los argumentos utilizados por la Justicia yanki para condenar a Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González: “Los Cinco”. Y, además de demoler argumentos falaces y cínicos, Alarcón convoca a redoblar la apuesta para que “Los Cinco” regresen a su patria.
En el libro se desnuda puntillosamente, incluso para el más desavisado, cómo opera una mafia a cara descubierta, a sabiendas de que los grandes medios de comunicación harán oídos sordos a las voces de aquellos que los denuncian y exigen justicia. La mafia pone a Cinco hombres contra la pared y les apunta, con el dedo en el gatillo, todos los días, durante doce años, y la gran prensa casi no se da por enterada.
Desde su óptica, la mafia –o el gran capital, a estas alturas la misma cosa-, oculta y adelanta o atrasa el reloj de los hechos más crueles con la misma impunidad que empuja hacia arriba o hacia abajo el precio del barril de petróleo.
Cuenta Alarcón en un párrafo de su libro que, hace unos años, Bill Clinton se comprometió a fomentar condiciones políticas para que “Los Cinco” tuvieran un juicio justo. Y cuenta cómo la mafia de Miami le marcó a Clinton los límites del campo de juego, amenazándolo con hacerle perder las elecciones si se salía del libreto. Clinton ganó las elecciones. Olvidó la palabra empeñada e hizo su campaña electoral paseándose junto a terroristas disfrazados de dadores de sangre y a directores de fundaciones dedicadas a la “caridad” y la evasión de impuestos.
La señora de Bill, Hillary Clinton, ha vuelto, en estos días, a sostener la idea medular de los poderes fácticos de EE.UU. de imponer, a como dé lugar, la construcción de un siglo americano. La mafia manda. Ayer Bill Clinton no sacó los píes del plato. Y hoy Hillary se corresponde, inteligente, con las consignas del manual del saqueo y la dominación global.
Obama, por su parte, hace fintas apoyándose en el encordado, rezando para que una mano de nocaut no lo saque del ring. Él sabe que en las cárceles de EE.UU. hay Cinco hombres obligados a cumplir condenas despiadadas e injustas. Es consciente de que esos Cinco hombres fueron sometidos a interrogatorios y juicios aberrantes y a aislamiento físico en hoyos oscuros y húmedos durante meses. Tampoco se le escapa a Obama, Premio Nóbel de la Paz, que los Cinco antiterroristas cubanos advirtieron a las autoridades de Cuba, y de EE.UU., que se preparaban atentados contra la vida humana en ambos países.
El Premio Nóbel de la Paz, actual presidente de EE.UU., no ignora que muchas organizaciones defensoras de los derechos humanos, prestigiosos juristas de distintas partes del mundo, periodistas, organizaciones de periodistas, científicos, sociólogos, artistas, deportistas, luchadores por la paz, Jefes de Estado, le requieren que actúe, que contribuya a crear las condiciones para acabar con el calvario: así como cuando en Irán una mujer va ser lapidada a piedrazos, o en EE.UU, un nazi-fascista, Terry Jones, pastor de una iglesia de Florida, amenaza con prender fuego el Corán.
Hace doce años “Los Cinco” vienen siendo lapidados por el estruendoso silencio de la gran prensa. Ellos, –rehenes de una mafia- y sus familias, pasan cada día por la hoguera que encienden y avivan los muchos Terry Jones, enancados no sólo en las arrogancias de diferentes cuotas de poder, sino en la razón de ser de un sistema que ha quedado condenado a robar y a matar. O a matar y robar. Es lo mismo.
Si Obama pretende diferenciarse a fondo de los Bush, los Runfelds y de otros cuantos promotores y ejecutores de torturas y crímenes, no debe mirar para otro lado. Está en él honrar el Premio Nóbel de la Paz, que le fuera concedido más que por lo hecho, por lo que habría de hacer. Hoy, en su propia casa, Cinco hombres inocentes viven contra la pared, bajo amenaza de muerte; a expensas de que, so pretexto de “hacer justicia”, un sistema de mafiosos decida apretar el gatillo.
(*)El autor es Presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).
(**) Los componentes de la mesa que hicieron uso de la palabra para comentar el libro escrito por Ricardo Alarcón fueron: Stella Calloni, escritora y periodista. Lidia Donnini, miembro del Comité Argentino por la Libertad de los Cinco. Vladimir Mirabal, segundo jefe de la Misión Diplomática de Cuba en Argentina y Juan Carlos Camaño, presidente de la FELAP. En carácter de coordinador participó el periodista y escritor José Ubertali.
La secretaria de prensa de la Embajada de Cuba, Zulan Pope, fue la encargada de presentar a los panelistas.
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