sábado, 4 de septiembre de 2010

Mensaje a los estudiantes universitarios de Cuba

Mensaje a los estudiantes universitarios de Cuba (+ Fotos y Videos)
- http://www.cubadebate.cu/fidel-castro-ruz/2010/09/03/mensaje-a-los-estudiantes-universitarios-de-cuba/,

Fidel Castro: “La paz con la paz se paga” (+ Fotos y Videos)
- http://www.cubadebate.cu/noticias/2010/09/03/fidel-castro-la-paz-con-la-paz-se-paga/,


Décimas por la paz

El joven cubano Yoerky Sánchez Cuéllar llama al presidente estadounidense Barack Obama a evitar una guerra nuclear y ratifica que la juventud cubana acompaña a Fidel en esta nueva misión por la humanidad
-Yoerkis Sánchez Cuéllar - 3 de Septiembre del 2010

1-
Cuando el mundo se aproxima
al cataclismo nuclear,
un hombre puede evitar
que haya nuevos Hiroshima.
Con ello tendrá la estima
de quienes aman el bien,
y si el hombre frena un tren
que con otro va a estrellarse,
solo así podrá ganarse
cualquier premio que le den.

2-
Preguntan ¿cómo se llama?,
¿cómo se llama este hombre?
y el mundo dice su nombre
muy claro: Barack Obama.
Cuando reposa en su cama
¿qué le dirá Pepe Grillo?
Realmente, no es tan sencillo...
pero el Nobel de la Paz,
debe ahora ser capaz
de no apretar el gatillo.

3-
Porque si el gatillo aprieta,
muchas muertes causaría,
y hasta el Sol se escondería
en gran parte del planeta.
Pero si Obama respeta
los valores familiares,
debe ir quitando lunares
sobre la piel del imperio,
y mandar al cementerio
todas sus armas nucleares.

4-
Debe exigirle a Israel
exactamente lo mismo,
aunque no sé si el sionismo
le haga mucho caso a él.
Debe escuchar a Fidel,
que no está siendo alarmista,
tampoco catastrofista,
sino que ve que este mundo
puede irse en un segundo,
si la paz no se conquista.

5-
Hoy en esta escalinata
vamos siguiendo la huella
de José Antonio y de Mella
en una gran caminata.
Si la guerra se desata
y si Obama es incapaz
de salvaguardar la paz,
sabemos, de cualquier modo,
que el bien flota sobre todo
y no naufraga jamás.

6-
La misión de persuadir
a Obama es también compleja;
si hay alguna moraleja
él la sabrá discernir.
Mas le podemos decir
que en la noche más amarga
y de atómica descarga,
junto a Fidel, muy serenos,
marcharán los hombres buenos
que ganarán a la larga.

7-
Aquí estamos, Comandante,
aquí está su juventud,
que ha tenido la virtud
de verlo tan rozagante,
de escucharlo en cada instante,
de leer sus Reflexiones,
de conocer las razones
por las que está preocupado,
y de haberlo acompañado
en estas nuevas misiones.


La guerra no puede ser la alternativa de los pueblos

Palabras de Maydel Gómez Lago, presidenta de la FEU, durante el acto celebrado en la Escalinata de la Universidad de La Habana, el 3 de septiembre de 2010
-Maydel Gómez Lago - 3 de Septiembre del 2010

Universitarios de todas las batallas:
Jóvenes de Cuba y el mundo:

Por más de ocho décadas este lugar se ha convertido en bastión de lucha de todos los revolucionarios y ha sido la FEU nervio impulsor de las causas nobles y justas de este pueblo, que no se rinde ni rendirá jamás. Hoy nos convoca el futuro, la lucha por la paz y en contra de la desaparición de la única especie que puede evitar su propia extinción.
El peligro real de que nuestros mejores sueños y aspiraciones desaparezcan, por la ambición de quienes no conocen nada más que el ejercicio egoísta del poder, nos convoca a unir voluntades, para reclamar el derecho que nos asiste a crecer en un mundo de paz, donde los mejores valores del ser humano prevalezcan y con ellos el ímpetu de los pueblos por no dejar morir sus esperanzas.
Hablar de universidad es hablar de vida, los universitarios son símbolos de la vida, nos decía el Comandante en Jefe cuando hace cinco años desde esta histórica casa de estudios nos diera la misión de construir la sociedad más justa del mundo, para Fidel fue un privilegio ingresar en esta universidad, justamente en un día como el de mañana 4 de septiembre hace 65 años y aquí se hizo revolucionario, entonces ¿quién tiene el derecho de privarnos a que sintamos lo mismo, a que sigamos sus pasos?
Estamos aquí para convencer; para persuadir; para evitar una guerra que -sin duda alguna- hará finita la esperanza; para demostrar que el amor a la vida es devoción de todos, por ello salvarnos no es sólo la mejor solución, sino la única.
La guerra, con sus funestas consecuencias, puede ser evitada y el presidente de los Estados Unidos tiene la facultad de impedir que en pocos días esta sea nuestra realidad. Agotarnos nunca ha sido la opción, hasta el último minuto estaremos exigiendo el derecho a la vida, no queremos morir de esta forma tan absurda ¡queremos cumplir nuestros sueños!
Universitarios, jóvenes cubanos y de todo el mundo:
Unámonos todos en cuadro apretado, la guerra no puede ser la alternativa de los pueblos. Levantemos nuestras voces, sigamos llevando nuestro mensaje a todos los sitios de la Tierra, tenemos derecho de luchar por nuestro futuro, tenemos el deber de construirlo.

¡Aún estamos a tiempo, luchemos por la paz! La vida no perdonará que hagamos menos.
¡Hasta la victoria siempre!


Gladiadores por la vida

-Alina Perera • 3 de Septiembre del 2010
Fuimos justamente hasta el centro. Mis colegas y yo hicimos un alto al sentir que ocupábamos un punto desde el cual podía levantarse la vista, sin desvíos, hacia el podio desde el cual hablaría Fidel. Si buscábamos el paisaje a nuestras espaldas, si la mirada se dejaba caer por la pendiente de la calle San Lázaro, advertíamos un cielo de trazos rojos y naranjas, de amanecer.
A las siete en punto, a solo metros del primer peldaño de la Escalinata de la Universidad de La Habana, sentíamos este viernes que estar allí entrañaba un simbolismo especial. A las siete y cuarto alguien miró su reloj y dijo: «Faltan 15 minutos. Él es puntual…». Y a la hora anunciada para el encuentro —las siete y media—, se percibió el movimiento allá arriba, y vimos aparecer a Fidel con su gorra verde y su uniforme.
Cercano a él, los muchachos de la Universidad levantaban banderas cubanas y aplaudían, y a la altura de nosotros había cubanos de todas las edades. Y también seres de otras partes del planeta: seres mestizos, negros, rubios, algunos con pinta de «aplatanados» en la Isla, y otros con cara de deslumbramiento permanente, típico de quienes llegan por primera vez o están de paso.
Empezó a hablar Fidel. Las palabras eran recogidas cuidadosamente por una multitud que esperaba y hacía silencio. Dijo que los hechos habían desbordado lo que hubiera podido imaginar: estaba de nuevo entre esos edificios de piedra, que tantos recuerdos le avivaban, a los que nunca pensó pudiera retornar después de haber estado por allí la última vez.
Recordé entonces aquella noche del 17 de noviembre del año 2005 en el Aula Magna, cuando habló a los universitarios de la posibilidad de que una Revolución fuera reversible si sus artífices cometían errores de esencia. Fue esa una reflexión excepcional, como la de este viernes, para la cual escogió a interlocutores puros y audaces, llenos de sueños y despojados de prejuicios: los universitarios, ante los cuales él recordó a sus amigos —que eran como los de ahora—, y a su etapa prodigiosa de estudiante 65 años atrás.
Después, con su magistral poder de tejer imágenes gracias a la palabra, hizo un recuento de la absurda historia de los hombres, siempre sumergidos en la violencia. Lo hizo porque al punto tecnológico a que han llegado las cosas el planeta no aguanta una sola conflagración.
Cuando habló de aquellos carruajes romanos tirados por caballos, y en cuyos ejes daban vueltas las cuchillas de dar muerte en las arenas a cualquier guerrero o gladiador, advirtió al mundo que ese tipo de combate, incluso los del siglo XX, son pasado perfecto comparado con la amenaza nuclear que nos acecha.
Un cubano dijo a otro en medio de la multitud: «Las cuchillas del carruaje… Esas, las que salen en la película “El gladiador”…». El compatriota hablaba de una película nacida en Hollywood, puesta más de una vez en nuestras pantallas de televisión, donde se cuenta de la lucha en coliseos de un grupo de esclavos que deben matar para poder seguir viviendo. Me dio por pensar entonces que la suerte de muchos de nuestra especie ha sido como la de esos esclavos desesperados en las arenas de la muerte, apelando a la violencia para no ser devorados por ella.
Fidel nos llevó de la mano por pasajes feroces de la historia. Volvió a recordarnos el dolor de las ciudades japonesas arrasadas por bombas atómicas. Me vi de pronto, como hace años, caminando el Museo de la Paz en Hiroshima, mirando objetos calcinados y suplicando porque eso no volviera a suceder. La fragilidad humana frente a la guerra, y la paz como único camino posible para seguir adelante y enderezar un mundo que está enfermo, volvieron a dibujarse claramente como advertencia para la humanidad.
Esta vez, ante los brazos abiertos del Alma Máter, sentí que la Isla estaba dando otro aldabonazo por la vida. Sentí que ahora todos somos gladiadores que debemos dominar el arte de ganar batallas sin derramar una gota de sangre, el arte de imponer la paz, pero no la de los sepulcros sino la colorida que solo nacerá del reparto justo de cuanto puede darnos la Tierra.
Habrá que hacer malabares en la arena —me dije en medio de la muchedumbre— y robarse el corazón de muchos espectadores hasta que el emperador, con su dedo que es el de tocar la próxima bomba, indique clemencia apuntando al cielo.
¿Qué hacer para salvarnos todos? ¿Cómo obrar el milagro de la paz? La pregunta, inmensa, me quema el pecho siempre que termino de escuchar a Fidel. Y así lo siento mientras camino las calles de la ciudad y me detengo a mirar las cosas que más importan, esas que son el horizonte de todo cuanto hacemos: una niña colgada del cuello de su padre, y detrás la madre que los sigue mientras canta, entrecortadamente, una canción de amor.

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