-Roberto Herrera-Rebelión
En Alemania, como en otros países de Europa, la información negativa con respecto a la revolución socialista cubana genera muchas veces una situación de incertidumbre y escepticismo incluso dentro los círculos sociales y políticos progresistas y humanistas solidarios con Cuba. La mitología mediática anticubana sigue suministrando imágenes y símbolos al consumidor de noticias europeo, que muchas veces son sacados intencionalmente de su contexto histórico, para transmitir la idea que el pueblo cubano vive en un clima de descontento y de protesta reprimida contra su gobierno y el proceso revolucionario. Los atributos con que la prensa europea de derecha caracteriza al gobierno cubano, obedecen, sin duda, a una política de desgaste y desprestigio de la revolución. La desinformación sobre Cuba y la tergiversación de los logros y éxitos de la revolución es práctica usual en la prensa internacional. El desconocimiento de la sociedad cubana, sus leyes y sobre todo su historia por parte de la sociedad europea en general, facilita la manipulación mediática. No es, pues, de extrañar que la opinión del ciudadano común y corriente europeo, con relación a Cuba, responda a los cánones ideológicos de la sociedad capitalista.
En el lenguaje periodístico anticubano lo convencional y arbitrario en la noticia abarca mucho más de lo que comúnmente se escribe en relación a otros países con un régimen político parecido al de Cuba, como sería el caso de la República Popular China, Vietnam o Corea del Norte. La discrepancia entre lo real y los caprichos de la imaginación de algunos periodistas y articulistas quedó al descubierto hace unas pocas semanas, cuando Jeffrey Goldberg de la revista The Atlantic publicó una entrevista con Fidel Castro.
En relación a Cuba, los medios de comunicación han errado reiteradamente, al suponer que la revolución cubana está al borde del colapso y esa exagerada suposición produce una grandísima contradicción que va siendo cada vez mayor a medida que el tiempo pasa y la revolución avanza. La idea, por ejemplo, que se tiene que la revolución se vendrá abajo cuando la generación de Fidel deje de existir. Tal es la lógica de los que piensan que el pueblo cubano ha sido objeto y no sujeto de su propia historia.
El adelantamiento prodigioso de todas las ciencias y las artes, la difusión de la cultura intelectual y las políticas revolucionarias, han fortalecido y consolidado la conciencia socialista de la sociedad cubana. La correlación de fuerzas ha cambiado desde la caída de la Unión Soviética y las condiciones internacionales actuales exigen cada día de la revolución nuevas ideas, nuevas vías para enfrentar la crisis económica que afecta al país y al mundo entero. La revolución cubana, por tanto, debe ser entendida a la luz de la globalidad estructural socio-histórica en que se desarrolló y desplegó sus fuerzas. Las circunstancias particulares que condicionan su presente y su futuro, vale decir, el bloqueo político-económico-financiero y el cerco hostil mediático.
La vitalidad de la revolución cubana consiste en la capacidad de sus dirigentes, que en medio de una crisis económica, tienen la libertad y valentía de señalar las debilidades y las carencias que más cunden hoy en día en Cuba y fundamentalmente en el espíritu de lucha de un pueblo valiente y culto. Las reformas económicas impulsadas por el gobierno cubano en las últimas semanas forman parte de un concepto estratégico de defensa y desarrollo de la revolución socialista.
Es por su rebeldía histórica, que a la Cuba revolucionaria se le censura y se le condena. Nada más por eso.
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