OFAC, siglas para un ensañamiento
-PEDRO DE LA HOZ - granma.cip.cu
Cuesta creer que una institución de salud clasifique como un objetivo de la política de desestabilización orquestada por una potencia contra un país pequeño, que no pretende subvertir el orden de aquel ni imponer sus ideas al vecino.
Pero así es: el cardiocentro del hospital infantil William Soler, de La Habana, aparece desde hace tres años en una lista bajo un extraño y perverso calificativo: denegado.
La lista fue elaborada por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, específicamente por una dependencia que entre sus principales misiones tiene la de impedir y perseguir que empresas, instituciones y ciudadanos norteamericanos, establezcan vínculos comerciales con Cuba.
De modo que si un niño cubano gravemente enfermo necesita un medicamento o un instrumental especial únicamente disponible en el mercado norteamericano para aliviar su dolencia, puede morir, pues el suministro puntual se halla sujeto a un régimen de licencias especiales expedidas por excepción y luego de muchos miramientos.
Ahora bien, si un suministrador norteamericano, porque le parece justo y provechoso vender el medicamento o el instrumental a las autoridades sanitarias cubanas, como lo hace con mundo y medio, entonces se expone a que la dependencia antes citada y que responde al nombre de OFAC (siglas en inglés de la Oficina de Control de Activos Extranjeros) le aplique un castigo inaudito por comerciar con el enemigo.
Como para que no hayan dudas, la OFAC advierte en su página web lo siguiente: "Ningún producto, tecnología o servicio puede ser exportado de Estados Unidos hacia Cuba, ni directamente ni a través de un tercer país, como México o Canadá, sin una licencia específica de la OFAC".
Y más adelante dice: "La sanción criminal por violar estas regulaciones implica hasta el rango de 10 años de privación de libertad y multas de USD $ 1 000 000 en el caso de corporaciones y de USD $ 250 000 en el caso de individuos. Las sanciones civiles por cada violación pueden llegar a ser de USD $ 65 000".
No ha disminuido ni un ápice, en los últimos tiempos, la contumacia de la OFAC en el cumplimiento de un bloqueo que se prolonga por más de medio siglo.
En el informe que el Gobierno de Cuba someterá el próximo 26 de octubre ante la Asamblea General de las Naciones Unidas para fundamentar la resolución de rechazo al bloqueo, se consigna cómo en el 2009 la OFAC multó a siete corporaciones por un total de 315 503 dólares, mientras que las penalidades aplicadas a individuos y otras entidades ascendieron a 340 678 dólares. Solo en el primer semestre de este 2010 las multas a empresas sumaron nada menos que 2 221 671 dólares.
El ensañamiento desborda las fronteras norteamericanas. El 19 de diciembre del 2009 le cayeron encima al banco Credit Suisse, una de las más serias entidades de su tipo en el mundo, por realizar operaciones con "países enemigos", entre ellos Cuba. Para la OFAC fue un pecado mortal encontrar que el banco había hecho 32 trámites electrónicos que involucraban de algún modo sucursales radicadas en territorio norteamericano.
No puedo dejar de contar una anécdota. Cuando a un colega norteamericano, al que no identificaré por razones obvias, le comenté hace pocas semanas por qué tanta obsesión, me confesó con una mirada irónica: "Si le preguntas eso a cualquier burócrata del Departamento del Tesoro, te dirá que cumple órdenes, que él no es quién para cuestionarse si una ley es justa o no. Pero si al encontrarte con él en la zona de fumadores de un bar de Washington le ofreces un puro Montecristi, como lo he hecho yo, y luego le adviertes que es un cigarro fabricado en Cuba, se encogerá de hombros y te responderá: ‘No tengo nada en contra, pero no se lo digas a nadie."’
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